Jueves 17 de marzo.
Con muchas
ganas pero también cargada de inquietud por el estado de salud de mi padre,
partimos en una decisión de última hora hacia el Alentejo portugués. Pero a
diferencia de la primera vez que anduvimos por alli y haciendo una especie de
mezcla con nuestro primer viaje a Lisboa con los chicos cuando entonces eran
unos niños y a bordo de nuestra añorada california, decidí dedicar unos días a
visitas culturales: Elvas, Vilaviciosa, volver a Evora a la ciudad y a la zona
de los monumentos megalíticos, para después caer a la playa, a la búsqueda de
la paz y serenidad que desde hace tiempo no encuentro.
Sólo llevaba
grandes trazos del viaje ya que había dedicado mis esfuerzos a preparar la
continuación del que en la Semana Santa de 2015 dejamos en Arenal de Moris,
Asturias. Así, para este año tenía previsto continuar recorriendo la costa
Asturiana hacia el Oeste. Pero el mismo día de nuestra partida las previsiones
meteorológicas eran muy malas. De los 6 días que íbamos a estar fuera, 4 e
incluso 5 iban a llover y algunos de
ellos, con importantes cantidades de agua, así que tomé la decisión del cambio
de destino a última hora y aunque solo
tenía grandes pinceladas, partimos rumbo
Suroeste.
Y tarde,
porque al navegador le dio por no encontrar los satélites y después de más de
media hora seguía buscándolos. Cuando desesperanzada llamé a servicio técnico
de BQ, la tablet asustada, los encontró. Así que salimos pasadas las 17 horas
para dar por concluido nuestro recorrido del día alrededor de las 20 horas, ya
noche cerrada y a 12 km de Mérida, en una tranquila calle de una pequeña
población.
Viernes, 18 de marzo
El día amanece
nublado aunque con buena temperatura. Nos disponemos a partir hacia nuestro
primer destino de hoy, Elvas a donde
llegamos alrededor de las 9,30 y aunque pasamos a los pies de la fortaleza de
Santa Lucia, pensé que por la hora podría estar cerrada, así que dirigí
nuestras “ruedas” hacia las coordenadas que tenía anotadas del acueducto de Amoreira.
Pero, las había tomado mal, así que cuando nos encontramos en medio de la nada, decidí que nos guiara el tomtom hacia un “punto de interés turístico” dejándonos a los pies de esta impresionante obra del siglo XV y XVII de 7,5 km de longitud y 40 metros de altura, en uso actualmente. (38º52’42.46”N; 7º10’18,94”O). Leo que tardaron un siglo en construirlo y que sus inmensos contrafuertes cilíndricos forman más de 800 arcos a distintos niveles. Pasamos bajo sus arcos y disfrutamos de la vista de esta espectacular obra de ingeniería que se extiende a nuestra derecha e izquierda hasta donde nuestros ojos llegan. Hay junto a él un enorme aparcamiento donde la pernocta está permitida. .
Pero, las había tomado mal, así que cuando nos encontramos en medio de la nada, decidí que nos guiara el tomtom hacia un “punto de interés turístico” dejándonos a los pies de esta impresionante obra del siglo XV y XVII de 7,5 km de longitud y 40 metros de altura, en uso actualmente. (38º52’42.46”N; 7º10’18,94”O). Leo que tardaron un siglo en construirlo y que sus inmensos contrafuertes cilíndricos forman más de 800 arcos a distintos niveles. Pasamos bajo sus arcos y disfrutamos de la vista de esta espectacular obra de ingeniería que se extiende a nuestra derecha e izquierda hasta donde nuestros ojos llegan. Hay junto a él un enorme aparcamiento donde la pernocta está permitida. .
Ahora nos
dirigimos a la fortaleza de Santa Lucía.
Y una vez más he anotado mal las coordenados por lo que esta vez nos dejamos
guiar por las señales que nos conducen hasta un pequeño aparcamiento al pie de
la muralla de esta fortaleza con una curiosa forma estrellada apreciable solo
desde el aire.(38º52’25.00” N; 7º09’31.61” O)
Accedemos a
este fuerte del siglo XIII y vamos atravesando sucesivas puertas hasta llegar a
una pequeña caseta en el foso donde nos informan de la gratuidad de la visita, aunque si queremos visitar los museos hemos
de pagar, así como si queremos un guía. Decidimos ir un poco a nuestro aire
comenzando por las letrinas que ahora
parecen que están pintando aunque no vemos trabajando a nadie. Estamos casi
solos y vamos rodeando esta impresionante fortaleza desde donde se contemplan
unas vistas espectaculares: por un lado, hacia el Este, una gran llanura
tapizada de verde que se extiende hasta donde nuestra vista alcanza. Y hacia el
Norte la ciudad de Elvas fortificada también, con su castillo y otra fortaleza
que distinguimos a lo lejos. Hacia el
Oeste se vislumbra el acueducto de Amoreira.
El fuerte fue
inicialmente dotado con una guarnición de 300 hombres, 37 piezas de artillería
y 2 morteros pedreros. Su magnífico diseño quedó patente al resistir 3 meses
en 1658 el riguroso asedio al que
sometió a Elvas el ejército español formado por 14.000 infantes y 5.000
caballos que terminó con la victoria portuguesa .
Aún tuvo el fuerte ocasión de mostrar su poder durante la Guerra de las Naranjas, así como durante las guerras napoleónicas cuando, tras pasar por manos españolas y francesas, fue finalmente guarnecido por las tropas de Wellington, el cual llevó a cabo algunas reformas en previsión de posibles contrataques franceses, los cuales nunca se llevaron a cabo, perdiendo desde ese momento el fuerte su utilidad militar.
Tiene forma
estrellada y un foso inicial de unos 14 metros de ancho. Se accede mediante un
puente levadizo que se encuentra aislado por otro foso de unos 5 metros de
ancho .La parte orientada hacia Elvas está construida de forma más débil que el
resto, a fin de hacerla vulnerable a los disparos de la artillería que
partiesen desde la ciudad en caso de que el fuerte cayese en manos enemigas.
Igualmente en la muralla norte nos encontramos con hileras de pequeños pozos
muy juntos unos a otros con el fin de impedir adosar escalas, ya que es la zona
más vulnerable de la fortificación.
En nuestro paseo vamos acortando el diámetro del círculo, que invisible, nos han trazado. Atrás dejamos la capilla que cuenta con un sótano utilizado como sacristía y posiblemente, también como refugio para heridos, criados y personal civil en caso de bombardeo. Aquí también se encuentran los calabozos. Y es aquí donde topamos con el que parece ser el único operario, repantingado en una silla escuchando fados.
En nuestro paseo vamos acortando el diámetro del círculo, que invisible, nos han trazado. Atrás dejamos la capilla que cuenta con un sótano utilizado como sacristía y posiblemente, también como refugio para heridos, criados y personal civil en caso de bombardeo. Aquí también se encuentran los calabozos. Y es aquí donde topamos con el que parece ser el único operario, repantingado en una silla escuchando fados.
Finalizamos en
lo que parece ser el centro de nuestro círculo en la parte más alta, en lo que en
su día fue la casa del Gobernador cuyo tamaño es minúsculo comparado con las
dimensiones de la fortaleza. Ahora su interior parece convertido en un sencillo
bar que debe funcionar en otros periodos mas “amables”. Dispone
de dos aljibes para suministrar agua.
Y descendemos
para terminar donde hemos comenzado en
el pequeño foso junto a la oficina, donde se abre un túnel laberíntico que parecía unir esta fortaleza con la ciudad y que
apenas ha sido explorados. Servía tanto como vía de escape como para recibir
suministros, municiones y tropas.
En la oficina
nos dan un mapa de la ciudad y nos aconsejan aparcar en unos estacionamientos
dentro de las murallas, pero encontramos sitio fuera y como nos pareció más
fácil allí la dejamos. Y mejor, porque una vez allí vemos que la entrada
resultaba un poco claustrofóbica.
Decidimos
atravesar la ciudad por lo que parecía su arteria central deteniéndonos antes
en una pequeña tienda a comprar unos
cuchillos. Pero además cayeron más cosas.. Subimos por esta calle hasta llegar
a la luminosa y abierta plaza de la República, donde además encontramos la
antigua catedral.
Desde aquí y por la derecha, llegamos a la iglesia de Nuestra Sra. de la Consolación del siglo XVI. Su interior está completamente revestido de azulejos policromados del XVII y el centro está dominado por una cúpula apoyada en ocho columnas pintadas. Frente a esta iglesia, una pintoresca plazoleta rodeada de casas y una puerta árabe flanqueada por dos torres y coronada por una galería. En el centro la picota, del XVI.
Desde aquí y por la derecha, llegamos a la iglesia de Nuestra Sra. de la Consolación del siglo XVI. Su interior está completamente revestido de azulejos policromados del XVII y el centro está dominado por una cúpula apoyada en ocho columnas pintadas. Frente a esta iglesia, una pintoresca plazoleta rodeada de casas y una puerta árabe flanqueada por dos torres y coronada por una galería. En el centro la picota, del XVI.
Continuamos
subiendo hasta llegar al castillo y mientras lo hacemos contemplamos a nuestra
izquierda la lejana fortaleza de Ntra. Sra. De Gracia.
El castillo fue construido por los árabes y reforzado en los siglos XIV y XVI. Accedemos a un patio cuadrado y desde aquí y tras abonar 2 euros por cada uno, subimos a sus murallas que vamos bordeando para ascender a la torre del homenaje mientras disfrutamos de unas hermosas vistas. Pero es lo único que tiene, unas hermosas vistas.
Una vez fuera,
comenzamos a descender por típicas calles llenas de sabor, descubriendo algunos
rincones encantadores hasta llegar al
cementerio de los ingleses, un pequeño
jardín con placas conmemorativas de la batalla de Albuera, una de las más
sangrientas de la guerra de la Independencia.
Sumando los sitios de Badajoz y esta batalla, los ejércitos aliados de
Inglaterra, Portugal, España y Alemania perdieron 11,000 soldados. Es también
un estupendo mirador. En el centro se encuentran cinco lápidas de cinco, cuatro de militares y una de
una mujer.
De aquí vamos
descendiendo por tortuosas calles hasta la iglesia de San Pedro, que
encontramos cerrada, y luego hasta el
Convento de Santo Domingo, junto a las murallas, y que lamentablemente
(había leído que bien merece una vista) también encontramos cerrado. Aun
teníamos una hora de espera para su apertura, así que decidimos regresar a la
autocaravana. Eran las 13 horas
portuguesas, 14,00 española y estábamos ya cansados de deambular por estas laberínticas
callejuelas.
Antes de
continuar nuestro camino hacia el Oeste, hicimos una breve parada en el Lidl
para comprar pan y pusimos rumbo a Vilavicoça
eligiendo carreteras secundarias que aunque son mas lentas que las
autovías, suelen ser las más hermosas, como así comprobamos en nuestro caso. El
agua caida en los últimos días había pintado de distintos tonos verdes un campo
cuajado de flores que salpicaban con blancos, amarillos, lilas, rosados esta
“monotonía verdosa”. Las encinas y alcornoques ponían tambien su punto de
belleza mediterranea en este bosque hermoso donde vemos pastar distintas razas
de vacas.
Tras muchos
kilómetros en los que no encontramos
población alguna, llegamos a una a cuya entrada había y estupendo campo de
futbol con un aparcamiento. Allí comimos y descansamos un poco para
continuar nuestro destino de hoy hasta Vilavicosa, famosa
por sus ricas canteras de mármol, el oro blanco, aunque lo que nos ha traído
aquí es su historia, ligada a la Casa Ducal de Braganza que, en el siglo XVII,
pasó a ser la Casa Real de Portugal.
Y al llegar aquí
nos dejamos guiar por las señales que nos dirigen al castillo. Una carretera
nos dirige hacia arriba, al recinto amurallado y otra continua hacia una
aparcamiento de “autocarros”
(autocares). Dudamos de que pudiéramos entrar por el arco así que nos dirigimos
al aparcamiento y junto a sus murallas
encontramos un sitio, pequeño, plano y
muy tranquilo (38º46.933N; 7º24.959O). Había una autocaravana francesa así que
aparcamos y entramos al recinto amurallado. Ninguna señall avisaba, pero de
haber entrado con la autocaravana nos habríamos quedado atrapados ya que el
interior de este castillo esté lleno de pequeñas viviendas, muchas abandonadas
y en estado ruinoso. Continuamos subiendo por una estrecha calle hasta llegar a
iglesia de Ntra. Sra. de la Concepcion a
la que accedimos sin encontrar nada significativo para después buscar el
Palacio Ducal.
En nuestro camino
dejamos atrás la casa dos arcos o palacio Matos Azambuja del siglo XVI y
construida por una familia noble de la corte relacionada con la casa de Braga.
Sobre su portada principal se eleva una galería de cuatro arcos. Junto a esta
casa está tambien el abrevadero, construido de mármol blanco y que tenía un uso
público además de dar agua a los jardines del palacio.
La lluvia arrecia. Durante todo el día había estado presente,
aunque de forma intermitente y no muy densa, pero ahora se convirte en una
persistente cortina de agua. Llegamos a una espaciosa y elegante plaza a donde se asoma la fachada
principal del Palacio Ducal. Es la plaza de Terreiro do Paco, una de las más
bellas de Portugal, espaciosa, amplia y ventilada con cerca de 16.000 metros
cuadrados.
Yo me dirijo a su derecha
para descubrir la puerta de los Nudos.
Es uno de los restos de la muralla del siglo XVI. El arco de piedra de la
puerta, está formado a base de nudos, motivo característico del estilo
manuelino y origen del nombre del monumento. Esta puerta da acceso a lo que en
su día fueron las casas de la servidumbre, los establos, las cuadras y cocheras
así como a otros talleres necesarios relacionados con el palacio. El Duque de Braganza, primer noble del reino, trató de asociar su
divisa, “Después de vos (el Rey), nosotros (el
Duque de Braganza)”, a una puerta de piedra que hiciera recordar, a las
generaciones posteriores, la futura Casa Real de Braganza en Portugal. Esta es
la razón de los nudos en la decoración de esta puerta. . En
la lengua portuguesa la palabra tiene doble significado: Nosotros y Nudos.
Fuimos palacio
con la intención de visitarlo pero cuando pregunto nos dicen que ya está
cerrado, que la última visita ha entrado a la 16 horas y ya pasan 30 minutos.
Tampoco nos permiten unirnos al grupo así que
aunque es muy pronto, consideramos que su visita puede merecer la
pena y decidimos esperar hasta las 9,30
de mañana.
Nos acercamos
antes a la cercana pousada que
antes fue el convento de las Sagas siguiendo la recomendación que nos han hecho
en el palacio, pedimos visitarlo a lo
cual acceden sin ningún problema. Y la visita merece la pena. Elegantes salones
y estancias que antiguamente fueron dependencias monacales, son ahora salas de
juego, reuniones o restaurante.
Bajo una densa
y persistente lluvia regresamos a la autocaravana a esperar la noche. A mi me
duele un poco la garganta y siento un algo de malestar. No sé si es que estoy
cansada o, peor, incubo un trancazo.
Sábado 19 de marzo
La noche anterior
me desvelé. Raul había salido de Madrid rumbo a Valencia a las 19 horas y a las
23,30 no sabía nada de él. Poco después de la media noche decido llamarle. Me
dice que va todo bien y que todavía les queda un buen tramo. Media hora después me duermo y entre sueños
oigo el sonido del whatsup. Pero el sueño ha conseguido vencerme así que sigo
durmiendo hasta mi “hora bruja”, las 6, en la que me suelo despertar. Miro el
teléfono, confirmo que es un mensaje en viado a las 1,20 diciendo que han
llegado. ¡¡¡¡Han tardado casi 7 horas en llegar a valencia!!!.Chicos prudentes.
Y continúo mi
sueño hasta las 8 y un poco después decido coger el libro y ponerme con él.
Hasta las 9,30 (10,30 hora española) no abren el palacio así que hay tiempo. Con
tranquilidad desayunamos y luego sacamos a nuestra amiga peluda a dar un paseo aprovechando para acercarnos hasta
la bonita picota que vimos al entrar. Leo que es una de las más bellas,
elegantes y pintorescas del país y sin duda del Alentejo. Parece ser que fue
reconstruida casi en su totalidad en 1940.
Dejamos a Tula
y cinco minutos antes de las 9,30 estamos a la puerta. Nos dicen que hemos de
esperar aún 20 minutos por si viene alguien más ya que si no se quedan sin
guias. Como no viene nadie iniciamos la visita, completamente privada aunque
arriba, unos 10 minutos después se nos une otra pareja española de padre e hijo
y luego otra extranjera. El guía habla
solo portugués, pero le entendemos perfectamente.
Antigua
residencia de los Duques de Braganza desde el comienzo del siglo XVI, su
construcción se completó en el siglo XVIII. La fachada principal de más de 100 metros de longitud y de estilo manierista, está revestida con
mármoles de la región y está inspirada en la arquitectura renacentista italiana
con tres plantas, cada una de ellas correspondiente, desde la planta baja hasta
el último piso, a uno de los órdenes
clásicos: dórico, jónico y corintio.
Sala de los Duques (imagen Internet) |
Como anécdota
decir que capta nuestra atención unos curiosos
y grandes recipientes de porcelana
redondos que hay en varias estancias y que al parecer son peceras y donde
nos cuentan que vivían mejor los peces que en las actuales transparentes. Pero
fue la colección de utensilios, cacerolas y cazos de cobre de la cocina con la
que terminamos la visita lo que me sorprendió más, quizás por inusual en cuanto
a la cantidad de piezas en perfecto orden y estado de conservación.
El establecimiento de la República en 1910 llevó al cierre del Palacio
Ducal de Vila Viçosa por la voluntad expresada en su testamento por el rey
Manuel II, abriendo sus puertas en los
años 40 del siglo XX, después de la creación de la Fundación Casa de Bragança.
Luego
decidimos visitar también el museo de carruajes que contiene coches desde los
siglos XVII al XIX. Es una de las mejores y más variadas de Europa y está
instalada en las antiguas caballerizas o cuadras del palacio. Así vamos pasando
de cuadra a cuadra. Lujosos pesebres de mármol e incluso en una caballeriza hay
dos chimeneas. Angel dice que esta visita es prescindible. Quizás resulte algo
tediosa, ya que nuestro guía es “accidental” –sustituye a una persona enferma-
y se limita a abrir y cerrar, pero es curiosa y creo que merece una visita
aunque sea breve.
Ahora ponemos rumbo a Monsaraz. Aparcamos fuera de las murallas (38º 50.315N;7º 35.313) en una urbanización de chalecitos adosados a 200 metros de la puerta de entrada que traspasamos para seguir las señales que nos conducen al centro, pero tras subir unas escaleras que parecen llevar al aparcamiento del mercado damos con una enorme plaza donde se celebra un mercadillo. Es la plaza del Rossio, del siglo XVII.
Aquí se
mezclan puestos diversos, desde antigüedades a
ropa, todo tipo de accesorios, fruta, hasta gente que vende productos
propios, como chorizos, quesos y bollos, y por supuesto que compré. No puedo
resistirme a estos lugares. Unos curiosos quesos pequeñitos a 1 o 1,50 euros
unidad con lo que puedes llevarte varios distintos y probarlos. También chorizo
casero, a mi juicio, caro, así como unos dulces que parecían estar hechos por
la misma señora que los vendía y en su
misma casa. Dudoso control sanitario, pero prefiero no pensar.
Después de
preguntar por el “largo de D. Dinis” nos dirigimos a la zona amurallada y más
antigua de la ciudad que está encaramada en la parte más alta de la colina. Atrás dejamos la plaza de Luis Camoes con una bonita picota del siglo XVI colocada aquí después de ser
rescatada del olvido, para ascender hasta llegar a la muralla.
Tras
atravesarla por una de sus puertas y seguir subiendo por una estrecha
callejuela flanqueada por pequeñas casas con dinteles todos de mármol llegamos a una amplia y luminosa plaza, largo
de D. Dinis, la parte monumental de esta ciudad, donde se yergue elegante y
sobria una torre del homenaje, la Tres Coronas, completamente de mármol de forma
pentagonal levantada en el siglo XIII. Su color claro contrasta con el cielo gris.
Es la posada de la reina Isabel. Es un conjunto muy hermoso. Una plaza en lo más alto de un promontorio abierta a unas preciosas vistas, el Palacio del Concejo o Palacio D. Dinis, también de mármol blanco con una torre y hermosa galería porticada, la iglesia de Santa Maria, una pequeña ermita y la estatua de la reina Isabel de Portugal, además de pequeñas y sencillas casas.
Es la posada de la reina Isabel. Es un conjunto muy hermoso. Una plaza en lo más alto de un promontorio abierta a unas preciosas vistas, el Palacio del Concejo o Palacio D. Dinis, también de mármol blanco con una torre y hermosa galería porticada, la iglesia de Santa Maria, una pequeña ermita y la estatua de la reina Isabel de Portugal, además de pequeñas y sencillas casas.
Aquí arriba
sopla un aire frio que siento más ahora. No me he levantado bien y ya en el
desayuno me he tenido que “chutar” un frenadol. Han pasado ya más de cuatro
horas y su efecto se ha pasado. Me noto cansada y embotada.
Descendemos
por donde hemos subido y deshacemos el camino hecho para llegar y me derrumbo
en la cama cayendo en un sueño ligero y
reparador que dura tan solo unos minutos. Me despierta la llamada de nuestro
hijo Raul que dice estar bien y felicita a su padre.
Decidimos proseguir
camino hacia Evora.
Allí hay dos
monumentos que hay que ver con horario concreto: la capilla de los huesos y la
catedral. Esta vez tomamos la autopista y por unos 30 km o menos nos cobran
4,80 euros. Llegamos a un amplio aparcamiento en un descampado muy próximo al
centro en el que hay más de media docena de autocaravanas así que decidimos
aparcar allí (38º33’58.57”N; 7º54’24.67”O). Tomamos una calle ascendente, la
Rua de la República, y a nuestra izquierda
encontramos la iglesia de San Francisco donde está la capilla de los huesos.
Hace ya 15 años que estuvimos por aquí con los chicos, pero no visitamos este curioso lugar. Tenía ganas de compararla con otra similar, la de Kostniche en Kutna Hora en la República Checa.
Su interior está lleno de huesos y cráneos apilados en las
paredes y en las columnas. Los muros se encuentran literalmente “tapizados” de
huesos y cráneos. Pero ya está. Recuerdo que la de Chequia era una “obra de
arte” ya que con esta “materia prima” habían hecho lámparas, escudos y otros
ornamentos. Comparado con aquella, esta
parecía un simple cúmulo de huesos más o menos ordenados. Un poco
decepcionante, quizás porque conocemos la otra.
Después
decidimos subir a la plaza de Giraldo y de aquí
un poco más arriba, giramos a nuestra derecha para ir a la Seo encontrándonos
con el templo romano de Diana.
Y aquí sí que recuerdo haber estado.
Angel dice que pasamos con nuestra california y paramos a hacernos unas
fotografias. Yo no recuerdo esto último y eso que era 15 años más joven.
Callejeando
dimos con la parte trasera de la catedral que bordeamos hasta su entrada
principal. Cerrada ya por hoy, así que por un laberinto de callejuelas unas con
más encanto que otras, descendimos hasta desembocar en la Rua de la República
por donde habíamos subido y de aquí al aparcamiento.
Necesitábamos agua,
así que pusimos rumbo al área de servicio del supermercado Intermarché (38.55209; -7.91166) que encontramos sin
problemas pero a las afueras de la ciudad en un polígono comercial y si en un
principio pensamos ducharnos, cargar agua y buscar otro sitio ya que esté
estaba apartado de la ciudad, al final decidimos quedarnos junto a otras
autocaravanas. Estábamos cansados y yo, además llena de bichitos, mocos y con
un trancazo muy “cabezón”. Nos duchamos, pedimos la llave del agua en el Kiabi,
cargamos y Angel hizo una pequeña incursión en el supermercado del que vino con
cervezas. Después de cenar, nos fuimos a
la cama para mañana a primera hora, visitar la catedral y continuar nuestro
camino rumbo a Oeste.
Domingo 20 de marzo
Noche
tranquila. He dormido de un tirón hasta las 6 pero he vuelto a retomar el sueño
hasta las 7,30. Un poco después de las 8 nos hemos levantado y desayunado. Mientras lo hacíamos ha venido una
especie de “bala humana” galopando a pelo a lomos de una yegua, cuyo color blanco…era
solo parecido. La ha llevado a que la montara un bonito macho que pastaba a
escasos metros. Eso es montar y lo nuestro….aproximaciones. Luego, después de
pedirme dinero, ha vuelto a montar y con un ramal se ha hecho con una facilidad
asombrosa unos estribos y se ha ido de nuevo a galope tendido. Perpleja me he
quedado.
De nuevo rumbo
al mismo aparcamiento de ayer, pero tenía mal anotadas las coordenadas. Mira
que estoy “espesa” en este viaje. Nos
queda la catedral
Hemos
ascendido por la misma calle de ayer y en 10 o 15 minutos estábamos ya a sus puertas cuando sonaban ya
las campanadas de las 9, hora de su apertura. Su sobria fachada de granito está
flanqueada por dos robustas torres coronadas por flechas góticas. El interior
es grande, luminoso. Es la mayor catedral medieval portuguesa. Fue construida a finales del siglo XIII e inicios del XIV en
estilo gótico de transición y contiene algunos elementos románicos, aunque
sufrió modificaciones posteriores. El interior consta de tres grandes naves y la
central tiene un espléndido altar en talla barroca. Destaca también el púlpito
así como un órgano renacentista
Luego hemos
subido al campanario y aunque teníamos
nuestras dudas, sobre todo yo que tengo un buen trancazo, realmente merece la
pena. Podemos contemplar de cerca el magnífico cimborrio además de disfrutar de
unas espléndidas vistas en un día donde luce un sol brillante y el aire es limpio debido a la lluvia
nocturna. Además sumamos otro atractivo adicional: estamos completamente solos.
Por último
visitamos el claustro, robusto, de estilo gótico construido en el siglo XIV.
Cada esquina está decorada con una estatua de un evangelista y es engrandecido
por la capilla funeraria de su obispo fundador con su tumba. El luminoso,
elegante, majestuoso…Desde el se disfruta de unas magníficas vistas del
campanario.
Y de aquí hemos
bajado de nuevo por las calles por donde subimos y nos hemos dirigido al acueducto de la ciudad que nos ha
defraudado. Muy soso, aunque hay que verlo.
Dejamos atrás
esta ciudad para poner rumbo al cromlech
de los almendros, pero cuando le pongo al navegador las coordenadas me dice
que el sitio es imposible así que nos hemos dirigido en primer lugar a la
localidad de Nuestra Señora de Guadalupe
y desde aquí aparecen ya las señales que nos dirigen a este lugar. Pero….la
carretera se convierta en una pista de tierra, ancha pero con agujeros y no
deja de preocuparme la lluvia que durante la noche ha caído y habrá ablandado
el terreno.
Pero con
cuidado y tras unos 4 o 5 kilómetros
dejamos atrás el menhir del Almendre junto a la misma pista y después de un
kilómetro más alcanzamos nuestro destino. Un pequeño aparcamiento para no más
de una docena de vehículos. Y nos sorprende que encontramos gente.
A final de una
senda de unos 200 metros encontramos el cromlech.
Hay casi un centenar de piedras, 95 en concreto, de no más de metro y medio de altura formando dos grandes anillos de piedras uno hacia
el este, y otro oval de mayor tamaño hacia el oeste. El anillo inferior oriental
contiene las piedras de mayor antigüedad y su construcción se remonta al
Neolítico inicial (6.000aC). El anillo oval de mayor tamaño fue construido
durante el Neolítico medio (aproximadamente en 5.000aC).
Fueron parte
de un lugar ceremonial dedicado a una religión celeste relacionada con el sol y
la luna así como con los solsticios. En la tercera etapa de uso, en torno al
3.000aC, muchas de las piedras se cambiaron de sitio para alinearlas con el
sol, la luna y las estrellas. Muchas de ellas exhiben antiguos diseños y
diagramas cuyo significado se desconoce, lo cual no hace sino añadir más
misterio al lugar. Resulta interesante
que todas las formaciones de los anillos estén alineadas con el mayor de los
menhires de granito. Es el mejor ejemplo de las estructuras neolíticas de la
Península Ibérica.
La entrada es
libre y gratuita y al no estar vallada permite que podamos pasear libremente entre las
piedras. Es un sitio misterioso y muy espectacular por el número de monolitos
que parecen emerger de la tierra como si hubieran sido sembrados. Hay
bastante gente, suponemos que el ser domingo ayuda a ello.
Regresamos e
intentamos salir, y digo intentamos, porque un portugués descerebrado
había puesto su coche sin pensar en que
los demás hemos de salir con cierta comodidad, salvando un desnivel. Justo ha
dejado su vehículo donde este desnivel era inferior. Nos preocupa dar con los bajos de la autocaravana,
pero después de jurar en hebreo y salir
con muchísimo cuidado, pusimos rumbo ahora al menhir que habíamos dejado atrás .
Regresamos 1 kilómetro y dejamos la autocaravana en un pequeño aparcamiento para no más de media docena de turismos y que está junto a la pista. Una senda de unos 500 metros en no muy buen estado nos deposita en este mágico lugar donde se eleva el menhir de 4 metros de altura, solitario, misterioso. Data desde 5.000 hasta 4.000 AC. Leo que en la parte superior tiene algunas marcas claras. Está en consonancia con el cercano Cromlech los Almendres aproximadamente hacia la salida del sol en el solsticio de invierno. La leyenda local dice que el menhir es la tumba de una princesa Mora encantada, que se puede ver su pelo peinado una vez al año en la víspera de San Juan.Y podemos disfrutar de él durante unos minutos en completa soledad rodeados de un agreste paisaje meditarráneo.
Regresamos 1 kilómetro y dejamos la autocaravana en un pequeño aparcamiento para no más de media docena de turismos y que está junto a la pista. Una senda de unos 500 metros en no muy buen estado nos deposita en este mágico lugar donde se eleva el menhir de 4 metros de altura, solitario, misterioso. Data desde 5.000 hasta 4.000 AC. Leo que en la parte superior tiene algunas marcas claras. Está en consonancia con el cercano Cromlech los Almendres aproximadamente hacia la salida del sol en el solsticio de invierno. La leyenda local dice que el menhir es la tumba de una princesa Mora encantada, que se puede ver su pelo peinado una vez al año en la víspera de San Juan.Y podemos disfrutar de él durante unos minutos en completa soledad rodeados de un agreste paisaje meditarráneo.
Desconocemos que distancia tenemos que cubrir así que nos ponemos a andar a ver si podemos ver algo, pero cuando estamos casi a punto de volver nos cruzamos con un turismo al que preguntamos contestándonos que estamos cerca. Así que continuamos. La distancia total desde donde hemos dejado la autocaravana puede ser de mas o menos un km que se hace en un agradable paseo, por un camino ancho, casi llano y rodeado de una dehesa de encinas y alcornoques alfombrados de verde y florecillas que rompen la monotonía del color aquí y allá. Algunos ejemplares de alcornoques son impresionantes.
Así que disfrutando de la serenidad y belleza del
bosque que nos rodea llegamos a este peculiar lugar. Y merece la pena el paseo aunque su estado de
conservación no sea muy bueno. Alguna losa superior se ha partido y la han
sujetado con columnas de ladrillos . No se puede acceder a su interior aunque
si se puede ver desde arriba, rodeando
el dolmen. Es un monumento precioso, y además, de nuevo, y a pesar de ser
festivo, estamos completamente solos.
Es uno de los monumentos megalíticos más
grandes de la Península Ibérica (formaba parte de un túmulo de 50 m de
diámetro). Fue construido entre principios del IV y mediados del III milenio
a.C En su momento, solo era visible la cubierta pero en 1960, una empresa
dedicada a la explotación de granito intentó extraer esa roca superior y fue
cuando descubrieron la cámara.
Está formado por piedras de 6 metros de alto
que forman una inmensa cámara de más de 50 metros de diámetro.
Regresamos sin
cruzarnos con nadie y ahora ya ponemos rumbo al mar, al Atlántico, a la playa
de Troia en concreto. La carretera se abre paso, al igual que ayer, entre
dehesas de encinas y alcornoques por donde pastan vacas de varias razas y ovejas.
Un manto verde lo cubre todo. La primavera es siempre espléndida y generosa en
belleza, y sobre todo cuando el sol se
cuela entre las nubes y lo ilumina el espectáculo es una belleza.
Pero tengo
hambre y no encontramos ningún sitio para comer. Apenas hay poblaciones. Tan
solo dos, en la primera compramos pan en un bar, y en la segunda en un
aparcamiento junto a la carretera decidimos comer y descansar hasta casi las 16,30 en que ya ponemos rumbo definitivo
al mar.
Pero en
nuestro camino aparece una señal hacia Carrasqueira y “palafitos”. Me viene a
la memoria haber leído algo y visto fotografías de este peculiar lugar así que
le digo a mi “santo”, que conduce ahora, que se dirija hacia allí. Tenemos
tiempo y no llevamos un rumbo fijo.
Pero una vez allí solo nos llama la atención unas
pequeñas viviendas similares a las barracas, mas bajas y pequeñas y hechas
todas de paja. Son los pajares o
palheiros, casas tradicionales de los pescadores del Sado, bonitas
construcciones hechas de madera y cubiertas con cañas obtenidas de la misma
marisma.
Y ninguna
señal, nada que hable o índice el lugar que buscamos. Pero no me rindo fácilmente
y pregunto por los palafitos. Nos contestan que todo recto. La carretera se acaba
y se convierte en una pista de tierra y nosotros continuamos por ella hasta que
llegamos a este lugar tan singular (38º24’45.86”N; 8º 45’ 24.65”O)
Se trata de unos muelles que los
pescadores han ido construyendo encima del agua con estacas de madera y que enterrados en el lodo de la marisma
(sapal) sujetan unas pasarelas hechas con palets. Es una precaria y laberíntica
red de pasadizos de cientos de metros
que conforma una curiosa dársena” única en Europa. Desde la pasarela principal,
que se adentra en el estuario
del río Sado,
arrancan no menos de 25 pasillos más construidos de manera absolutamente
artesanal y que hicieron para permitir a los pescadores, en su mayoría mujeres,
subir a sus barcos incluso con bajamar. Es una auténtica maraña de pasarelas
interrelacionas y que para nada siguen la línea recta, en los que se encajan
las casetas donde los pescadores guardan los útiles
Resulta desconcertante caminar sobre ellas,
a veces frágiles y de aspecto inestable, construidas y remendadas una y otra
vez con clavos, sogas y maderas de todo tipo: troncos, tablones, palets,
cajones... dándole un aspecto realmente caótico y singular.
Nosotros hemos llegado con la marea baja
por lo que las embarcaciones están varadas sobre un viscoso y grisáceo fango
que resta casi toda la belleza al conjunto. Este mismo paisaje cuando las aguas
suben debe ser totalmente distinto y mucho más hermoso. Tendremos que volver
para disfrutarlo aún más porque ahora sorprende más su singularidad que su
belleza que debe aumentar cuando el mar
cubre estos fangos y el bosque de desnudos palos.
La carretera continua
recta entre pinares paralela al Atlántico
y a la desembocadura del Sado. Dejamos atrás Comporta con una area de autocaravanas que nos aparece
en el navegador, pero continuamos nuestro camino.
Ahora parece
que nos adentrarnos en otro mundo, sobre todo después de venir de un sitio tan
sencillo y peculiar. La forma de urbanizar
esta zona ya nos llama la atención. Es ordenada, limpia y elegante. Una carretera nos lleva al final de un aparcamiento
que prohíbe estacionar a las
autocaravanas. Así que, damos la vuelta y nos vamos. Sinceramente, no nos
encontramos muy a gusto, por el contrario,
nos sentimos ajenos, extraños. Si pudiera elegir, sin duda Carrapateira.
Así que deshacemos
el camino y nos metemos por una ancha pista que cerca de Comporta nos dirige a
su playa con la esperanza de encontrar algún grupo de autocaravanas, pero solo hay
un estupendo aparcamiento, una señal de
prohibición de estacionamiento para autocaravanas entre las 00 y las 8,00 horas
y ningún vehículo . Son casi las 19,00 hora española, y aunque me siento
tentada a a seguir bajando a la búsqueda de algún lugar junto al mar donde
pasar la noche, la hora nos aconseja ya el descanso.
Y aquí estamos,
en una espléndida explanada verde en el centro de la población y acompañados de
media docena de autocaravanas más. (38º22’41.55”N; 8º47’0912”O) Mañana
pondremos rumbo al Sur, a donde lleguemos.
Lunes, 21 de marzo
A las 2 me han
despertado los gemidos lastimeros de Tula. Pensé que podía pasarla algo pero lo
que parecía querer era que subiéramos a la cama. Ella por sí misma no puede hacerlo
y en casa alguna vez que otra sube haciéndose un ovillito en una esquina junto
a Angel. Así que después de decirla que no, como una niña pequeña, se ha quedado tranquila y yo he podido retomar
mi sueño hasta las 6 de la mañana (como no) y luego para no romper la rutina,
hasta las 7,45 horas.
Es un día
primaveral que amanece con nubes blancas que luego se convierten en grises para
dejar paso de nuevo a un cielo azul. Tiempo cambiante pero agradable. Tomamos
agua y partimos. Hoy dedicaremos el día a las playas. Comenzamos por la de Comporta. (38º22’56.45”N:
8º48’03.60”O)
Estamos completamente solos y son las 9,30 hora española. Tras las dunas descubrimos una inmensa playa salvaje de doradas arenas. Nada a derecha hasta Troia que dista unos 25 kilómetros y nada tampoco a nuestra izquierda. Tan solo unos arreglados bares-restaurantes que salpican a varios kilómetros de distancia esta interminable playa. Desde luego nada parecido a nuestra costa mediterránea.
Nos ponemos a
andar por la playa, hundiendo nuestros pies en estas limpias y doradas arenas y
vamos descubriendo restos de cochas que el mar ha devuelto. Angel se afana por
buscar entre ellos los que le puedan servir para sus bricolajes, y yo...pienso. Este invierno utilicé pequeñas
piedras planas que pintaba y a las que pegaba un potente imán. Pero aquí solo
hay conchas y se me ocurre buscar trozos en los que pueda pintar en su interior
colocando un imán en su exterior aunque tengo mis dudas de que la pintura pueda
fijarse. Me entretengo, me agacho, recojo aquí, luego allá…andamos cerca de una
hora a una temperatura muy agradable mientras que el sol parece jugar al
escondite con las nubes
Decidimos
regresar y buscar otra playa para seguir paseando. La de Pego, la más cercana,
será una continuación de esta, así que pensamos en poner un poco más distancia.
Nos decidimos por Melides.
Encontramos un aparcamiento similar, (38º07’41.42”N;
8º47’18.55”O) pero esta vez sin ninguna prohibición para aparcar. Pero la playa
está lejos y no nos resulta un lugar atractivo, así que tras acercarnos para descubrir una hermosa playa separada por un brazo de
doradas arena de un lago, retomamos nuestro camino hacia el Sur y llegamos a la
playa de Santo André, donde estamos
ahora 38º06’50.91”N; 8º47’45.43”O).
El sitio no es
perfecto porque a mi me gusta estar
viendo el mar desde dentro de la propia autocaravana. Soy así de sibarita, pero
por ahora es lo mejor que hemos encontrado así que decidimos quedarnos a comer,
descansar y por la tarde dar un paseo, pero cuando pensamos en salir rompe a
llover así que nos vemos obligados a permanecer dentro.
Pero es
primavera, así que después de 30 minutos la lluvia cesa dejándonos un viento
frio. Nos abrigamos y salimos a descubrir esta enorme y solitaria playa que, al
igual que la de Melides, tiene un lago separado del mar por un estrecho brazo
de dorada arena. Los colores son espectaculares: tonos grisáceos contrastando
con la arena dorada, negruzcos en algunos sitios por donde parece precipitarse
la lluvia, blanquecinos, azules…Son un poco tristes, pero tienen una belleza
muy muy especial.
Tula quiere
regresar lo que hacemos después de recoger unas cuantas conchas. Nos damos una
estupenda ducha, y aquí estamos ahora, esperando a que las nubes se disuelvan y
me permitan disfrutar de la puesta de sol.
Y esto
afortunadamente ocurre al final de la tarde. El horizonte estaba tan solo
ocupado por algunas nubes, lo que me permitió disfrutar de una maravillosa
puesta de sol sobre el Oceano Atlántico. Amarillos, dorados, anaranjados,
rosados, rojizos….hasta que las sombras comenzaron a extenderse desde el
horizonte ennegreciendo el mar y
cubriendo la playa de sombras.
Regreso,
cenamos y a dormir. Mañana seguiremos rumbo al Sur.
Martes, 22 de marzo
Noche muy
tranquila y mañana espléndida. Como ninguna. Decidimos dar un buen paseo por la
playa antes de partir rumbo al Sur hacia Porto Cobo, donde comenzó nuestra ruta
la primera vez que anduvimos por el Alentejo.
Bañados por un
magnífico sol y con una temperatura envidiable de unos 20ºC salimos a pasear y a nuestro trío formado por
dos bípedos y un cuadrúpedo peludo, se unío uno más, Klaus, nombre que le di a un simpático y
sociable perro alemán que andaba detrás de Tula y que decidió venirse con nosotros. Rechonchete y
de patitas muy cortas, Klaus era completamente distinto a Tula que es esbelta y
de largas patas. Asi que formando este
curioso grupo mixto nos dirigimos a la playa a dar un buen paseo, no muy cómodo
ya que estaba algo inclinada pero sí muy agradable. Y una vez más la vista se
pierde a derecha e izquierda sin encontrar ninguna construcción. Solo un inmenso arenal dorado con el azul intenso
del mar…
Klaus se revolcó por la playa y nos acompaño hasta que en un momento determinado decidió regresar. Pensaría (si es que piensan) que estaba ya demasiado lejos, así que se dio media vuelta y al saltitos volvió solito. Luego ya no le vimos.
Partimos rumbo
a Sines directamente al supermercado Intermarche donde hay un area de servicio
para descargar water y cargar algo de agua y...a comprar más cervezas.
Otro punto muy
agradable y muy de agradecer a esta cadena de supermecados. (37° 57′ 55′′N; 8° 51′
32′′O) donde aprovechamos además para comprar cerveza y disfrutamos de la
contemplación de una reliquia de autocaravana, por supuesto, alemana.
Partimos de
nuevo rumbo al Sur, a Porto Cobo con la idea de encontrar algún sitio junto al
mar, en primera línea donde comer pero también poder quedarnos a pasar la
noche. Si no era así, seguiríamos rumbo
Sur hasta Almograve donde hace años encontramos un lugar encantador.
En nuestro
camino paramos en un lugar retirado de la carretera, plano y un auténtico
balcón al mar, con una playita abajo pequeña, de arenas blancas muy tranquila, donde
ahora practicaban el Surf (37º53’53.58”N; 8º47’51.36”O). No obstante
continuamos hasta Porto Covo donde nos unimos a un grupo de autocaravanas
germanas que igualmente estaban colocadas frente al mar aunque aquí había
cierta distancia hasta él y no había playa, aunque sí caminos que por encima de
pequeños acantilados iban haciendo un recorrido (37º51’20.00”N; 8º47’37.64”O). Me gustó, además de tener el pueblo al lado y
pensé que para pasear era una opción estupenda, pero a Angel le gusta pasear
pisando la arena, por la misma playa, opción que aquí no era posible, así que
decidimos dar marcha atrás y regresar al primer punto para no complicarnos más.
Después de
pasear por la playa y de comer, me puse en contacto con mi hermana que había
quedado al cuidado de mi padre. Parecía haber empeorado. Aunque insistió en que no era necesario regresar rápidamente,
decidimos hacerlo y cubrir los casi 700 km que nos separaban de casa en dos
etapas. Además, se había levantado un viento del demonio que nos iba casi a
obligar a permanecer dentro de la autocaravana. Así que, apoyada y animada por Angel, quien en todo momento está siendo un
soporte para mi en toda esta dura, durísima situación, decidimos marchar hasta
Vilaviçosa de la que nos separaban 200 km. Allí podríamos llegar al caer la
noche y así mañana solo tendríamos que recorrer 450 km hasta casa pudiendo estar a la hora de
comer. Viajaríamos más relajados y no tan agobiados. Y aprovecho estas líneas
para agradecer a mi compañero de camino, que ya es mi compañero de vida porque
llevo unida a él casi 40 años, todo su apoyo y su cariño, no solo ahora, si no
siempre, con sus más y sus menos, como en toda pareja, sobre todo tan longeva.
Su cariño, su amistad, su comprensión y sobre todo, que me deja volar y “ser”.
Y aquí
estamos, de nuevo a los pies de la muralla del castillo de Vilaviçosa en el
mismo sitio donde estuvimos 4 días atrás. Llueve débilmente y cae la noche. Nos
preparamos para ella, pero no consigo hacerlo para lo demás. Es imposible.
Nadie puede hacerlo.
Miercoles 23 de marzo
En nuestro camino de regreso dimos con algunas de las canteras de mármol de la zona, uno de las principales fuentes económicas de la región, y paramos para verlas sin resistirnos a recoger algunos trozos que servirían de adorno pero principalmente, serían un bonito recuerdo.
Sin nada que destacar, alrededor de las 14 horas dimos por terminada nuestra escapada a donde teníamos intención de regresar, pese a lo que en su día dijo el poeta, pero que sin quererlo, no conseguimos hacerlo.
Sin nada que destacar, alrededor de las 14 horas dimos por terminada nuestra escapada a donde teníamos intención de regresar, pese a lo que en su día dijo el poeta, pero que sin quererlo, no conseguimos hacerlo.